Te vas a quedar helado

Ahora que parece que el frío da sus últimos coletazos y ya nos hemos quejado lo suficiente de que estamos helados todo el día, debemos prepararnos para quejarnos del calor, que en breve hará acto de presencia. Esto será así si, como en años anteriores, durante el mes de Marzo tenemos un mes de Mayo anticipado. Lo que se conoce en el refranero popular como “cuando Marzo mayea, Mayo marcea”, en clara alusión a que cuando el buen tiempo correspondiente al mes de Mayo se adelanta a Marzo, se cambiarán las tornas en el quinto mes del año. Pero todavía no estamos en Marzo, por mucho que nos pese. Estamos en Febrero o en febrerillo el loco. Apodado así porque es un mes, generalmente, inestable. Y eso lo hemos vivido en nuestras carnes este año con bastantes días de frío, nieve, carreteras cortadas, familias pasando la noche en su coche teniéndose que conocer unos a otros al no poder utilizar medios electrónicos…en fin, ¡una pesadilla!

Y cuando uno se ve en una de esas situaciones, fuera de casa, sin calefacción, le da por pensar lo dura que es la climatología y lo difícil que debe ser sobrevivir en plena la naturaleza. Y si para nosotros resulta complicado para los pobres animalitos que viven a la intemperie debe ser inimaginable, ¿no? ¿Cómo hacen para sobrevivir? Pues, en primer lugar, alejándose lo máximo posible del ser humano, que es un peligro hasta para sí mismo. Y, en segundo lugar, debemos tener en cuenta que la naturaleza dota a cada especie de las protecciones necesarias para poder vivir en el entorno que le corresponda. Pero aquellos que tenéis buena memoria recordaréis que no hace mucho, unos 850 millones de años, tuvimos el planeta congelado. Por aquellas fechas la temperatura media era de -50º C y tan sólo había microorganismos acuáticos. Pero ¿por qué no se extinguió toda forma de vida?. La respuesta la tenemos delante nuestro cada vez que tomamos alguna bebida que enfriamos con hielo. Vamos a verlo más detenidamente.

El agua tiene un comportamiento realmente curioso. Y digo esto porque hoy en día es la sustancia más investigada y la menos comprendida, pese a ser el elemento más abundante, el más necesario para la vida

y uno de los más simples, con tan sólo dos elementos químicos en su composición: Hidrógeno y Oxígeno. Un ejemplo pone de manifiesto esto que digo. En principio, cualquier líquido, al enfriarlo, pierde volumen y pasa a ser más denso. Esto motiva que no flote en el agua y, por tanto, se hunda. Sin embargo, el agua líquida tiene una densidad prácticamente constante, alcanzando su máxima densidad a los 3.8º C. Si disminuimos esta temperatura por debajo de los 0º C, la densidad disminuye pasando a ser de 0.9, el agua se solidifica (se hace hielo) ¡y además se expande! El aumento de volumen junto con su disminución de densidad le permite flotar en el agua. El hecho de que la densidad del hielo sea de 0.9 se puede traducir en que un 90% del hielo estará bajo la superficie del agua y el 10% restante quedará por encima. Este es uno de los peligros que, como veremos un poco más adelante, encierran los icebergs.

Pero antes de hablaros de esas moles de hielo que navegan errantes por el mar, quiero hacer hincapié en aquello que os comentaba dos párrafos antes. La vida, en épocas de frío extremo en el planeta, se mantuvo gracias a este comportamiento anómalo del agua pues el hielo, al flotar, establecía una capa aislante entre el exterior y el interior. Dicho de otra forma, mientras que en el planeta no había quien parara ni viviera porque con esas temperaturas no era factible, en el interior de lagos y océanos la vida seguía fluyendo. Y esto, insisto, se debe a que el hielo flotaba. Si el hielo se hubiese hundido, cada capa de hielo generada en la superficie habría terminado en el fondo lo que habría supuesto que ese hielo habría ido aumentando de grosor hasta llegar a la superficie. Es más, mientras que en la cara interior de la capa de hielo el agua está a 0º C, en el fondo estará a 3.8º C pues ahí está el agua más densa.

Todo lo anterior justifica la existencia de vida en la Tierra, pero no todo iban a ser buenas palabras para el

hielo. Que si, que si, que un gin tonic no es nada sin hielo, es cierto. Pero también es verdad que ese comportamiento anómalo del que antes he hablado ha propiciado sucesos sin final feliz. Y es que, como decía hace dos párrafos, los icebergs esconden un 90% del volumen que tienen. O lo que es igual, tan sólo somos capaces de ver un 10%. En el caso de los barcos es un problema prioritario, y sino que se lo digan al Titanic, ¿verdad?. La historia de este barco es conocida por la mayoría de nosotros, aunque quizá ignoramos algunos detalles que no se han divulgado tanto. Como veréis pese a la excelente y fidedigna puesta en escena que consiguió James Cameron en esa fabulosa producción de Hollywood.

Haciendo un rápido resumen, a cargo del barco estaba el Capitán Smith, para quien aquél era su último viaje antes de jubilarse. Este fue uno de los factores que, en principio influyeron en la desgracia, pues

pensó en hacer la travesía en algo menos de tiempo a costa de viajar a mayor velocidad. A ello hay que añadir que aquella fue una noche de calma, con lo que el mar no avisaba de la presencia de icebergs con la habitual estela de espuma alrededor de la masa de hielo. Pero, si bien el mar no avisaba, sí que lo hicieron otros barcos que estaban por la zona, aunque no se hizo caso a ninguno de ellos. Así que, cuando el vigía fue testigo de que frente él, a unos 700 metros, había un enorme iceberg, el Titanic navegaba a unos 42 Km/h, con lo que sólo disponían de aproximadamente un minuto para evadirlo. La única maniobra que dio tiempo a realizar fue virar, con lo que la resistencia hidrodinámica frenó la nave hasta unos 38 Km/h, que es a la velocidad a la que impactó.

Pero, realmente, ¿por qué se hundió el Titanic?. La pregunta es necesaria si tenemos en cuenta que se construyó pensando en todas las posibles colisiones que los ingenieros de la época eran capaces de

imaginar. No en balde dotaron al barco de un doble fondo de 1.6 metros de espesor y de 16 compartimentos estancos separados mediante 15 mamparos. Los mamparos son unas compuertas que aíslan unos compartimentos de otros en caso de necesidad. La novedad en el Titanic es que se podían accionar de manera remota con sólo pulsar un botón. Otro aspecto que suponía una novedad era la disposición de estos compartimentos. En otros buques, principalmente en los de guerra, eran longitudinales, mientras que en el Titanic eran transversales. La diferencia entre utilizar unos y otros está en que los primeros eran más peligrosos porque el peso de una vía de agua en los compartimentos laterales hacía que el barco se escorase. Así ocurrió en el hundimiento del Lusitania, al escorarse a estribor (la parte derecha del barco) no pudo utilizar los botes salvavidas por el lado de babor (parte izquierda del barco). En la película esto queda perfectamente reflejado, ¿no os resultó curioso que el barco se hundiera sin ladearse?. Pues como decía, el diseño de los compartimentos estancos en el Titanic estaba pensado para poder navegar con dos contiguos cualquiera inundados, e incluso hacerlo con los cuatro primeros o los cuatro últimos. Pero la suerte, aquella noche del 14 de Abril de 1912, no estaba con aquel barco insumergible. Durante los siete segundos que duró el contacto del iceberg con el Titanic, se vieron afectados seis compartimentos. Así que el hundimiento era seguro. ¡Pero todo esto ya lo sabíamos! Y además no explica por qué se hundió.

Hemos llegado a la parte que, normalmente, no se cuenta. Anteriormente a construirse el Titanic  los barcos se hacían con hierro forjado, pero la producción industrial de acero supuso que el hierro cayera en desuso. El azar quiso que justo en el momento de construirse nuestro barco, el mercado se encontrara en

transición entre la adopción de un material y otro. De hecho, en su construcción se utilizaron ambos. Pero el detalle importante es que el acero que cubría la superficie del Titanic contenía unos niveles de azufre y fósforo que  hacían que este acero se volviera frágil. La baja temperatura del agua y la presión del iceberg hicieron que ese acero se quebrara, en lugar de deformarse absorbiendo el impacto. Llegados a este punto de la historia hay que hacer un alto. Hay testigos que apuntan a que la masa de hielo sólo rozó el casco, mientras que los hay que aseguran haber sentido el impacto contra la nave. En éste último caso, la fragilidad del acero explicaría la vía de agua que hundió el barco. Sin embargo, análisis posteriores dieron al traste con esta teoría. Los ensayos dijeron que la resistencia a la fractura del acero del Titanic era similar a la que tienen los cargueros actuales.

Supongamos, entonces, que sólo hubiera habido roce. Deberíamos, centrar nuestras miradas en los remaches. La cubierta del Titanic se fijó mediante remaches de acero dulce y de hierro forjado. Los

primeros fueron colocados por una remachadora hidráulica en un 60% del casco del barco, dejando el 40% restante  para los de hierro situados en la proa y en la popa. Estos últimos remaches fueron colocados manualmente porque la máquina remachadora tenía unas dimensiones que dificultaban en exceso colocarla en los extremos de la nave. Entonces, ¿por qué no remacharlos todos a mano? Pues porque la máquina los fijaba con mayor homogeneidad dando mayor seguridad. Así que, con buen criterio se decidió emplear estas máquinas en la zona central, que es donde la estructura soporta mayores tensiones. Pero no nos despistemos. Los remaches podían ser de diferentes calidades, la mejor la 4, pero en el Titanic se colocaron de tipo 3, lo que implicaban que también tenían un porcentaje de Azufre importante además de que en muchos de los casos poseían en su composición un porcentaje importante de escoria. Es decir, que los remaches no eran, en general, de la calidad que debía esperarse. Por todo ello, las últimas teorías apuntan a que la presión del iceberg y la temperatura influyeron en el comportamiento mecánico de los remaches. Pero lo que parece que fue el detonante de que se produjera un mayor número de vías de agua fue que los remaches habían sido colocados con la mayor o menor experiencia de los equipos que los fijaron manualmente. Esto produjo en el momento del roce un efecto dominó. Esto tendría sentido porque las vías se fueron abriendo con el paso del tiempo y el aumento de la presión lo que hizo que tardara bastante en hundirse. Si las vías de agua hubieran sido grandes desde el principio el tiempo que habría tardado en irse a pique hubiera sido bastante inferior. Al final, algo tan pequeño parece que fue el responsable de acabar con algo tan grande.

Yo creo que para quitarnos el mal sabor de boca de toda esta historia habrá que tomarse algo calentito, ¡que bastante frío hemos pasado!

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José Alberto Aijón Jiménez

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